La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) comenzó en Belém, en el corazón del Amazonas, con un mensaje contundente del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva: es hora de actuar y de enfrentar abiertamente a los negacionistas del cambio climático.
“El cambio climático ya no es una amenaza del futuro, es una tragedia del presente”, declaró Lula, destacando que las comunidades más pobres y los países en desarrollo son los más afectados por los fenómenos meteorológicos extremos. “Necesitamos una transición justa”, agregó, haciendo referencia a la necesidad de descarbonizar las economías sin agravar las desigualdades entre quienes pueden vivir con dignidad y quienes quedan condenados a sufrir las consecuencias.
Más de 190 delegaciones de todo el mundo se reúnen durante dos semanas para avanzar en compromisos concretos que reduzcan las emisiones récord y frenen el aumento de la temperatura global. Sin embargo, las crecientes preocupaciones económicas y de seguridad han desplazado el cambio climático de las prioridades políticas en muchos países.
Progreso, pero a un ritmo insuficiente
Simon Stiell, jefe de cambio climático de la ONU, reconoció que desde la adopción del Acuerdo de París en 2015 se han logrado avances. Las políticas actuales han logrado doblar la curva de emisiones, pero advirtió que “debemos movernos mucho más rápido en la reducción de emisiones y en el fortalecimiento de la resiliencia”.
Antes del Acuerdo de París, el planeta se encaminaba hacia un aumento de temperatura de hasta 3,5 °C para el año 2100. Las contribuciones nacionales actuales (NDC, por sus siglas en inglés) podrían limitar ese aumento a aproximadamente 2,5 °C, si se cumplen por completo, aunque muchos países aún no han actualizado sus planes.
Un nuevo informe de la ONU indica que las emisiones globales podrían reducirse un 12% para 2035 respecto a los niveles de 2019, una ligera mejora frente al 10% estimado previamente. Sin embargo, aún está muy por debajo de la reducción del 60% que los científicos consideran necesaria para mantener el objetivo de 1,5 °C.
“Nos movemos en la dirección correcta”, dijo Lula, “pero a la velocidad equivocada”.
Una COP para la acción y la implementación
Brasil ha presentado esta COP como la conferencia de la “implementación”, un espacio para pasar de las promesas a los resultados tangibles. Stiell subrayó que la transición energética debe incluir una eliminación progresiva de los combustibles fósiles, la triplicación de la capacidad de energías renovables y la duplicación de la eficiencia energética.
También insistió en la necesidad de establecer indicadores para medir el progreso en adaptación climática y en definir mecanismos de financiamiento. En la COP29 se acordó que los países desarrollados movilizarían al menos 300.000 millones de dólares anuales para 2035, aunque expertos afirman que se necesitará más de un billón al año para responder adecuadamente a la crisis climática. Lula señaló que esta inversión sería “mucho más barata que hacer la guerra”.
Defensa de la ciencia y la cooperación internacional
A pesar de las tensiones geopolíticas, los conflictos activos y la ausencia de Estados Unidos —el segundo mayor emisor del mundo—, Stiell llamó a la cooperación global: “Aquí no están para luchar entre ustedes, sino para luchar juntos contra esta crisis climática”.
André Corrêa do Lago, principal diplomático climático de Brasil y presidente de esta edición de la COP, instó a los negociadores a adoptar el espíritu de
mutirão, una palabra de origen indígena que significa esfuerzo colectivo.
Tanto do Lago como Lula enfatizaron la importancia de defender la ciencia y el multilateralismo en una “era de desinformación”. Un informe reciente reveló un aumento del 267% en la difusión de noticias falsas relacionadas con la COP, lo que refuerza la urgencia de una comunicación creíble.
“Podemos cambiar si decidimos hacerlo juntos —dijo do Lago—. Pero si no lo hacemos, el cambio nos será impuesto por la tragedia.”
El costo de la inacción
Stiell advirtió que no aumentar la ambición climática tendría consecuencias económicas devastadoras. “Ninguna nación puede permitirse las pérdidas que generan los desastres climáticos, que ya eliminan cifras de dos dígitos del PIB”, afirmó.
Sus palabras coincidieron con la llegada de un supertifón en Filipinas y con las recientes secuelas de un huracán que azotó Jamaica y Cuba. “Cuando los desastres climáticos destruyen millones de vidas mientras ya tenemos las soluciones, eso nunca será perdonado”, agregó.
El jefe climático recordó que las energías renovables ya son la fuente de energía más barata en el 90% del mundo, y que la inversión global en energía limpia ha superado por primera vez a la del carbón. “La economía de esta transición es tan clara como el costo de no actuar”, concluyó.