Durante muchos años, la
Penitenciaría Estatal del Este en Filadelfia fue uno de los destinos más populares en Halloween. Cada año organizaba el evento
Terror Behind the Walls, que atraía a miles de visitantes a esta prisión del siglo XIX. Actores disfrazados de presos saltaban desde las celdas para asustar al público, mientras gárgolas gigantes vigilaban desde lo alto de los muros de piedra.
Sin embargo, la verdadera historia del lugar es mucho más siniestra. Construida como un experimento de reforma penitenciaria, la prisión sometía a los internos a largos periodos de
aislamiento total, lo que provocó un profundo sufrimiento psicológico. El escritor británico
Charles Dickens llegó a calificar el sistema de “cruel e inhumano”.
Tras la pandemia de COVID-19, la administración del penal decidió poner fin a ese espectáculo de terror. En su lugar nació
Halloween Nights, un evento más familiar que combina diversión, música en vivo, gastronomía y actividades educativas.
Entre el miedo y el respeto
La directora ejecutiva del centro,
Kerry Sautner, explicó que el cambio se hizo “con un propósito claro”: celebrar Halloween sin banalizar el dolor humano. “Si algo realmente ocurrió aquí, no lo usamos como entretenimiento”, afirmó.
Hoy los visitantes pueden disfrutar de personajes ficticios —como zombis o vampiros—, pero también aprender sobre la vida en prisión, la historia de la justicia y las experiencias humanas que marcaron el lugar.
Otros sitios enfrentan el mismo dilema
La
Casa de Lizzie Borden, en Massachusetts, donde ocurrieron los célebres asesinatos de 1892, también busca un equilibrio. Su propietario,
Lance Zaal, insiste en que no es solo una atracción embrujada: “Allí pasaron cosas reales; hay historia auténtica detrás”. Su empresa organiza recorridos que explican cómo era la vida cotidiana durante la Edad Dorada, el papel de las mujeres y el sistema judicial de la época.
Museos que replantean su enfoque
Incluso el
Museo Mütter de Filadelfia, conocido por su colección de restos humanos, ha pausado algunos de sus eventos para reflexionar sobre cómo exponer sus piezas con respeto. Actualmente apuesta por conciertos, actividades culturales y programas educativos que conectan ciencia, historia y ética.
La ética del turismo oscuro
El profesor
Marius Pascale, especialista en ética aplicada de Guilford College, define el
turismo oscuro como la visita a lugares asociados con la muerte o la tragedia. Según él, esta práctica
no es inmoral en sí misma, pero depende de la intención y el enfoque. Lo importante es preguntarse si la experiencia
fomenta la empatía,
enseña algo sobre la historia real y
respeta el contexto de las víctimas.
En definitiva, espacios como la Penitenciaría Estatal del Este o la Casa de Lizzie Borden buscan ese delicado equilibrio: mantener vivo el espíritu de Halloween —espeluznante y emocionante— sin olvidar las historias humanas que los convierten en lugares verdaderamente inolvidables.