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¿Estamos todos viviendo dentro de una burbuja de IA? Dentro de los acuerdos circulares y el silencioso bucle financiero que han creado

El auge de la IA ha generado un sistema de financiación circular donde gigantes tecnológicos invierten en start-ups y recuperan ese dinero vendiéndoles infraestructura. Mientras el sector crece con acuerdos de cientos de miles de millones, surgen dudas sobre su sostenibilidad. Algunos ven una burbuja inminente; otros, una transformación duradera impulsada por la demanda de cómputo.
¿Estamos todos viviendo dentro de una burbuja de IA? Dentro de los acuerdos circulares y el silencioso bucle financiero que han creado
El auge de la IA ha generado un sistema de financiación circular donde gigantes tecnológicos invierten en start-ups y recuperan ese dinero vendiéndoles infraestructura. Mientras el sector crece con acuerdos de cientos de miles de millones, surgen dudas sobre su sostenibilidad. Algunos ven una burbuja inminente; otros, una transformación duradera impulsada por la demanda de cómputo. (Crédito de la imagen: TIL Creatives)
Hace tres años, la IA generativa casi no aparecía en el radar de nadie. Hace tres meses, los acuerdos circulares se mencionaban solo en reuniones privadas en grandes bancos. Semanas atrás seguían siendo un tema de nicho. Hoy, son lo único de lo que se habla en Wall Street.A medida que las inversiones se disparan —desde acuerdos de chips de 100.000 millones de dólares hasta proyectos de centros de datos de varios gigavatios— aumentan las preguntas.La primera es: ¿Qué significa todo esto? ¿Estamos en una burbuja de IA?Un número creciente de empresas de IA y sus socios están entrando en esquemas de financiación “circulares”: un bucle en el que las mismas compañías que invierten miles de millones en start-ups de IA son también las que les venden la infraestructura indispensable para operar.Esto ha creado lo que podría describirse como un ecosistema “ouroboros”, una criatura financiera que se alimenta de sí misma. Y a medida que las cifras estallan —desde acuerdos de chips de 100.000 millones hasta centros de datos de varios gigavatios— surgen dudas sobre cuán sostenible es realmente este bucle.

Dentro del bucle: ¿Qué son los acuerdos circulares?

Los acuerdos circulares son teóricamente simples pero extremadamente potentes en la práctica. Una empresa de IA recibe una enorme inversión de un gigante tecnológico y luego se compromete a gastar ese dinero de vuelta con el mismo inversor en servicios de nube, chips e infraestructura.Uno de los ejemplos más claros: los compromisos multimillonarios de Microsoft y Nvidia con Anthropic. La start-up recibió unos 15.000 millones de dólares de estos gigantes, pero al mismo tiempo se comprometió a gastar 30.000 millones en la nube Azure de Microsoft y GPUs de Nvidia. Sobre el papel parece un voto masivo de confianza en Anthropic; en realidad, gran parte del dinero vuelve a los bolsillos de Microsoft y Nvidia mediante contratos de infraestructura a largo plazo.OpenAI lleva esta circularidad aún más lejos. Nvidia habría prometido hasta 100.000 millones en inversión; OpenAI, a su vez, es uno de los mayores compradores de GPUs Nvidia del mundo. AMD hizo acuerdos similares: ofrece chips de próxima generación y otorga a OpenAI warrants para comprar acciones a precio simbólico, lo que significa que OpenAI paga a AMD por hardware y, al mismo tiempo, posee acciones que se benefician si AMD tiene éxito.Mientras tanto, Oracle funciona como el backend en la nube de OpenAI. Ambas están construyendo nuevos supercentros de datos bajo una asociación valorada en más de 300.000 millones. OpenAI recibe capacidad de cómputo ahora, pero se compromete a pagar a Oracle aproximadamente la misma cantidad en los próximos cinco años.SoftBank sigue la misma lógica: invierte capital en OpenAI mientras construye infraestructura para el proyecto Stargate, que OpenAI luego pagará a lo largo de la próxima década.El bucle es estrecho, lucrativo y cada vez más enorme.

¿Por qué existen estos acuerdos?

El recurso más limitado en el auge de la IA no es el talento ni los datos: son los computadores. Entrenar modelos de frontera requiere cientos de miles de GPUs y enormes cantidades de energía.Por eso muchos acuerdos se miden no en dólares, sino en gigavatios (GW).Un gigavatio es una unidad colosal:1 GW = consumo eléctrico de aproximadamente 750.000 hogares.Los centros de datos de próxima generación requieren sitios de 1 a 4 GW cada uno. El megasitio de OpenAI previsto en Texas consumirá energía comparable a la de un país pequeño. Estos sitios necesitan subestaciones propias, líneas de transmisión, sistemas de enfriamiento y, a veces, generación eléctrica en sitio.Dado que el gasto de capital es inmenso, las empresas de IA necesitan socios capaces de aportar dinero e infraestructura. Los proveedores de nube y fabricantes de chips cumplen ese rol, pero recuperan su inversión atando a las start-ups a enormes compromisos de gasto a largo plazo.Las estimaciones son abrumadoras: McKinsey calcula que satisfacer la demanda global de cómputo de IA requerirá 7 billones de dólares en inversión para 2030. Bain emite advertencias similares, señalando que la brecha entre los ingresos actuales de la IA y los ingresos necesarios para sostener ese gasto asciende a cientos de miles de millones anuales.

¿Estamos en una burbuja?

Una manera simple de responder es preguntar a los propios modelos generativos. Por ejemplo, cuando se le pregunta a ChatGPT “¿Estamos en una burbuja de IA?”, responde:“Sí, a corto plazo.”Dice que hay exceso de entusiasmo, inversiones especulativas y que no todas las start-ups sobrevivirán.Pero también afirma que, a largo plazo, la infraestructura y los casos de uso reales seguirán creciendo.El chatbot Grok de Elon Musk coincide en que hay una burbuja, pero no del tipo que termine en desastre total como la crisis del 2000 o 2008. Lo describe como un período especulativo basado en un avance tecnológico auténtico.Gemini, por su parte, afirma que hay una pequeña burbuja de emoción inversora sobre una transformación tecnológica profunda y duradera; solo las apuestas más débiles están en riesgo.

Un mercado más grande que el farmacéutico

Nada ilustra mejor la magnitud especulativa que Nvidia, cuya capitalización bursátil ya supera a toda la industria farmacéutica global combinada —un sector centenario con demanda estable y productos esenciales— mientras que Nvidia depende casi exclusivamente de la computación para IA, cuyos retornos a largo plazo aún no están demostrados.Esto ha llevado a inversores como Michael Burry —famoso por The Big Short— a apostar en contra de compañías vinculadas al auge de la IA, señalando que no todos creen que esta trayectoria sea sostenible.

Ingresos de OpenAI y el dilema del precio

OpenAI habría generado unos 12.000 millones de dólares en ingresos anuales, una cifra enorme para una empresa de ocho años. Sin embargo, sus costos operativos siguen superando sus ingresos: entrenar modelos como GPT-5 cuesta miles de millones, y los costos de uso aumentan con la demanda.¿Subir precios resolvería este problema?Quizás, pero arriesga su adopción masiva. El ecosistema de OpenAI depende del volumen, y un aumento brusco podría empujar a desarrolladores hacia alternativas como Anthropic, Google o modelos de código abierto.Es el clásico dilema del innovador:Cobrar más y perder escala, o cobrar menos y quemar efectivo.

Cómo Oracle se volvió un ganador inesperado

Oracle, tradicionalmente rezagado en la nube, ha renacido gracias a la IA. Su asociación con OpenAI llena sus centros con cargas de trabajo de alto margen y le da una narrativa que entusiasma a inversores.Pero también es una apuesta riesgosa: si la IA se desacelera, podría quedarse con infraestructura sobredimensionada, como ocurrió con las telecomunicaciones en la burbuja puntocom.

Ecos del año 2000: por qué estalló la burbuja

La burbuja puntocom no estalló por un único factor, sino por una serie de choques externos:




  • Regulación antimonopolio contra Microsoft




  • Escándalos contables




  • Cambios macroeconómicos y alza de tasas




  • Sobreconstrucción y deudas impagas en telecomunicaciones


La tecnología no desapareció; lo que colapsó fue el andamiaje financiero.La IA está construyendo uno aún mayor y más interconectado.

¿Es sostenible?

Los inversores están divididos.El argumento optimista:




  • La IA es transformadora




  • La demanda de cómputo crece exponencialmente




  • Las inversiones iniciales rendirán décadas




  • Los acuerdos circulares son una forma moderna de escalar rápido


El argumento pesimista:




  • Las valoraciones dependen de optimismo ininterrumpido




  • Los flujos de caja están distorsionados por bucles internos




  • El gasto de capital supera los ingresos actuales




  • Un shock externo puede provocar pérdidas en cascada


Una revolución construida sobre un bucle

La financiación circular de la IA es brillante, agresiva y profundamente arriesgada. Ha permitido el despliegue de infraestructura más rápido en la historia tecnológica, pero también ha creado un ecosistema financiero estrechamente acoplado, donde las empresas invierten entre sí, se compran entre sí y dependen mutuamente.Si la IA cumple las promesas de productividad de sus defensores, estos bucles parecerán visionarios. Si no, el ouroboros podría morder demasiado fuerte y desatar el ciclo tecnológico más costoso de una generación.El tiempo —y quizá un shock externo— dirá hacia dónde se inclina el bucle.