Uno de los órganos que trabaja más sin hacer ruido ni causar problemas son los riñones. Estos “multitareas silenciosos” realizan funciones esenciales: filtrar desechos, equilibrar líquidos y sales, producir hormonas y mantener la química del cuerpo en armonía. Y como trabajan sin descanso, es normal que, si no reciben el cuidado adecuado, sufran daños.
El problema es que el daño renal suele avanzar sin señales claras, y cuando aparecen síntomas evidentes, ya puede haber una lesión importante. Pero ¿y si hubiera una forma de revertir ese daño? Parece que los científicos por fin han encontrado una posibilidad.
¿Se puede revertir el daño renal?
En un estudio importante publicado en
Cell Metabolism, científicos de la Universidad de Utah Health demostraron que podían revertir por completo la lesión renal aguda (AKI) en ratones al bloquear ceramidas dañinas. Estas ceramidas, un tipo de grasa, dañan las mitocondrias —las “plantas de energía” de las células del riñón— y desencadenan la lesión.
La lesión renal aguda suele estar causada por estrés severo en el cuerpo, como sepsis o cirugías grandes, y es común en unidades de cuidados intensivos. Además, aumenta el riesgo de enfermedad renal crónica, que tiene pocas opciones de tratamiento.
¿Qué revela la investigación?
El equipo, liderado por Scott Summers, PhD, descubrió que cuando la producción de ceramidas se modificó genéticamente, unos “súper ratones” no desarrollaron la lesión, incluso bajo condiciones extremas.
Además, los investigadores probaron un candidato a medicamento de Centaurus Therapeutics que imita este efecto genético. Los ratones tratados previamente mantuvieron una función renal normal, se mantuvieron activos y mostraron una estructura renal sana en el microscopio.
El análisis mostró que las ceramidas dañan las mitocondrias, haciéndolas menos eficientes y reduciendo la energía celular. Pero cuando las ceramidas bajaron, las mitocondrias conservaron su forma y funcionaron bien, incluso bajo estrés.
¿Por qué es importante?
Es la primera vez que los científicos logran revertir daño renal agudo atacando el metabolismo y no solo los síntomas. También es prometedor que las ceramidas aumenten en la orina de pacientes humanos con AKI, lo que podría servir como marcador para identificar personas en riesgo, por ejemplo, antes de cirugías cardíacas.
¿Qué viene ahora?
Aunque este avance es muy prometedor, los expertos advierten que los resultados en ratones no siempre se cumplen en humanos. El medicamento sigue en fase preclínica y aún no ha sido probado en personas. También faltan estudios sobre seguridad, efectos secundarios y si funcionaría después de que el daño ya ha comenzado.
Si los ensayos en humanos tienen éxito, el impacto podría ser enorme. Proteger las mitocondrias podría ayudar no solo en lesiones renales, sino también en enfermedades donde estas fallan, como diabetes, insuficiencia cardíaca o hígado graso.
Sin embargo, pasar de ratones a humanos es un proceso complejo. Lo que funciona en un modelo animal controlado puede enfrentar obstáculos inesperados en personas, como diferencias en la respuesta inmune o en el metabolismo de las ceramidas.