Riqueza en alza, desigualdad en el espejoMientras millones de personas alrededor del mundo enfrentaban inflación, crisis habitacional o incertidumbre laboral, en Estados Unidos algo muy distinto ocurría: el país sumaba, en promedio, más de 1.000 nuevos millonarios… cada día.
Sí, leíste bien. Según el último informe de UBS sobre riqueza global, más de 1,2 millones de personas cruzaron el umbral del millón de dólares en 2024, impulsadas por un rebote vigoroso de los mercados financieros.
Pero ¿qué hay detrás de esta nueva ola de riqueza? ¿Y qué significa en un mundo cada vez más polarizado económicamente?
El rebote bursátil que cambió el juego2024 fue el año de la recuperación financiera. Tras un 2022 y 2023 marcados por la inestabilidad —provocada por la inflación global, las subidas de tipos de interés y las tensiones geopolíticas—, los mercados reaccionaron con fuerza. Las principales bolsas de EE.UU., como el S&P 500 y el Nasdaq, alcanzaron máximos históricos, y eso se tradujo en un aumento inmediato en los patrimonios de quienes ya tenían activos financieros.
Según UBS, el patrimonio global aumentó un 4,6 % en términos agregados, lo que equivale a 16 billones de dólares añadidos al balance global. Más de la mitad de esa riqueza adicional se concentró en Estados Unidos.
🇺🇸 Estados Unidos: la fábrica de millonariosEl dato más llamativo del informe es claro: Estados Unidos generó en 2024 más de 1.150 nuevos millonarios por día, sumando así 1,2 millones en total.
No se trata solo de herencias o grandes empresarios: muchos de estos nuevos millonarios son profesionales, emprendedores o inversionistas que vieron crecer sus carteras gracias al boom bursátil, el auge tecnológico y la valorización de activos inmobiliarios.
Y aunque otras economías también aportaron nuevos ricos (como China, Alemania y Canadá), el crecimiento en EE.UU. fue el más notable y desproporcionado.
Un mundo con más riqueza… pero también más concentraciónEl informe también destaca un dato menos optimista: la riqueza sigue concentrándose. El 1 % más rico posee ahora más del 45 % del patrimonio global, y las diferencias entre países desarrollados y emergentes no hacen más que agrandarse. En regiones como África, América Latina o el sudeste asiático, el crecimiento fue modesto, y la clase media apenas logró mantener su posición.
Además, la riqueza global creció más por valorización de activos financieros que por incremento de ingresos reales. Es decir: quien ya tenía capital, lo hizo crecer. Quien no lo tenía… sigue esperando.
El precio de la prosperidad
Los datos de UBS confirman una tendencia que lleva décadas consolidándose: el sistema actual premia con creces a quienes invierten, poseen activos o están dentro del engranaje financiero global. Mientras tanto, amplios sectores de la población mundial siguen lidiando con desafíos estructurales como el acceso a la vivienda, la educación o el empleo formal.
Que haya más millonarios no es necesariamente malo. Pero cuando ese crecimiento no va acompañado de una mejora generalizada de las condiciones de vida, lo que aparece es una nueva alerta: la riqueza crece, sí, pero no siempre se reparte.
Y eso, en tiempos de descontento social y fragilidad política, es una receta que no deberíamos ignorar.