Tengo que confesarlo: mi historia con el falafel empezó por puro antojo. Un día cualquiera, caminando por una feria de comida, sentí ese olor delicioso de especias tostadas y me dejé llevar. Pedí un pan pita con falafel, hummus, ensaladita fresca y salsa de ajo... y fue amor al primer mordisco.
Desde entonces, el falafel se volvió uno de mis platos favoritos. Pero como toda comida rica, me empezó a picar la duda: ¿es tan saludable como parece? ¿O estoy simplemente engañándome con algo “frito pero vegetariano”? Así que me puse a investigar. Y esto fue lo que encontré.
¿Qué es el falafel, realmente?Básicamente, son bolitas o croquetas hechas con garbanzos o habas molidas, mezcladas con ajo, cebolla, perejil, cilantro y un montón de especias. Luego se fríen hasta que quedan crujientes por fuera y suaves por dentro. Su origen es del Medio Oriente, pero se ha vuelto famoso en todo el mundo —y con razón.
Lo bueno: sí, tiene varios beneficios
Lo que me hizo sentir mejor es que el falafel no es solo sabroso, también tiene cosas buenas:
- Proteínas vegetales y fibra: Gracias a los garbanzos, te deja satisfecha por más tiempo y es ideal si estás reduciendo carne.
- Vitaminas y minerales: Tiene hierro, magnesio, ácido fólico… nutrientes importantes para mujeres especialmente.
- Especias con propiedades: Como el comino y el cilantro, que ayudan a la digestión y tienen antioxidantes.
- Es vegetariano (y a veces vegano): Perfecto para quienes queremos opciones sin carne pero sin sacrificar sabor.
Lo no tan ideal: depende de cómo se preparaY aquí viene el otro lado de la moneda.
- Frito = más calorías: La mayoría de los falafels callejeros están fritos, lo que los hace más pesados. Si estás cuidando tu salud o tu peso, puede sumar más de lo que imaginas.
- Sodio escondido: Algunas versiones tienen mucha sal, sobre todo si lo comes con salsas comerciales o pan muy procesado.
- Digestión delicada: Si no estás acostumbrada a muchas legumbres, puede caerte un poco pesado (¡hola, hinchazón!).
¿Entonces, se puede comer sin culpa?¡Totalmente! Pero como todo, con equilibrio.
Mi solución fue empezar a hacer mi propio falafel en casa. Lo horneo o lo cocino en la freidora de aire, y de verdad queda riquísimo. A veces le pongo espinaca o zanahoria rallada para hacerlo más nutritivo. Lo acompaño con ensalada, arroz integral o pan pita casero. Y cuando lo compro fuera, trato de elegir lugares que lo preparen con amor y buenos ingredientes.
Falafel con alma: una delicia saludable cuando se prepara con amorEl falafel es una delicia que puede ser tan saludable como tú decidas. No es una “comida milagrosa”, pero tampoco es un villano. Si lo preparas con cariño, es un plato completo, lleno de sabor, historia y alma.
Y bueno, al final del día… si algo te hace feliz y lo disfrutas con conciencia, ya eso es parte de una vida saludable, ¿no?