A veces, no necesitamos una gran tormenta para cambiar. Basta con una sombra cruzando el sol. O el equilibrio perfecto de la luz y la oscuridad durante unas pocas horas al año.
Este septiembre, dos eventos celestes se cruzan como si el universo estuviera susurrándonos al oído:
“Es hora de reacomodar lo interno.” 21 de septiembre: El eclipse que no todos verán… pero todos sentiránEste eclipse solar parcial no será visible en gran parte del mundo. De hecho, sólo se podrá observar en zonas muy remotas del Pacífico Sur, partes de Nueva Zelanda y la Antártida.
Pero no te confundas: que no lo veas con los ojos no significa que no lo puedas sentir.
Los eclipses son portales energéticos. Nos sacuden, nos desordenan (un poco), pero también nos empujan a cerrar ciclos. A dejar de ignorar lo que venimos postergando. A soltar lo que pesa para hacer espacio a lo que verdaderamente importa.
22 de septiembre: El equinoccio y su silenciosa sabiduríaEl equinoccio marca ese momento exacto en que el día y la noche duran lo mismo. Ni más luz, ni más sombra. Sólo balance.
En el hemisferio norte, marca el inicio del otoño. En el sur, el comienzo de la primavera. Sea cual sea tu lugar en el mundo, hay un mensaje común:
la vida cambia de estación… y tú también.Es una invitación a reequilibrarte. A preguntarte:
– ¿Dónde estoy dando demasiado y recibiendo poco?– ¿Qué necesita más luz en mi vida?– ¿Qué parte de mí necesita descansar para renacer más adelante? ¿Y si usas estos días como un ritual personal?
No necesitas velas, cuarzos o un altar lleno de cosas. A veces, un cuaderno, una taza de té y tu propia honestidad son suficiente.
Aquí algunas ideas:- Escribe una carta de cierre. A una versión tuya que ya no te representa. A una relación. A un miedo.
- Haz una limpieza. Física y emocional. Saca ropa, archivos, recuerdos. También creencias que ya no encajan contigo.
- Camina al atardecer o al amanecer. Conecta con el sol mientras se esconde o nace. Escucha. A veces el cielo dice más de lo que creemos.
El eclipse y el equinoccio no vienen a revolucionar tu vida en un solo día. Pero sí pueden encender una chispa. Un recordatorio de que estás vivo, en movimiento, y siempre a tiempo de volver a ti.
Porque a veces el cambio no es una explosión, sino un susurro.
Y este septiembre, el cielo está lleno de ellos.
