A simple vista, el río Atrato fluye sereno entre la espesa selva del departamento del Chocó, una de las regiones más biodiversas de Colombia. Sus aguas marrones serpentean entre comunidades afrodescendientes e indígenas que han vivido durante siglos en armonía con su entorno. Pero bajo esa apariencia tranquila se esconde una amenaza silenciosa: el mercurio, un veneno letal que contamina peces, tierras y cuerpos humanos.
Desde hace más de una década, el Atrato está envenenado por el auge de la minería ilegal de oro, y hoy, Naciones Unidas ha puesto el grito en el cielo.
Una carta que lo cambia todoEl 16 de octubre de 2025, tres relatores especiales del
Consejo de Derechos Humanos de la ONU —incluido el
experto en sustancias tóxicas Marcos Orellana— hicieron pública una carta enviada al Gobierno de Colombia, alertando sobre la grave contaminación por mercurio en la cuenca del Atrato.
Los expertos señalan que la exposición prolongada está afectando la salud de miles de personas, especialmente mujeres embarazadas, niños y ancianos, con síntomas que van desde daños neurológicos hasta problemas renales y trastornos del desarrollo.
“No se trata solo de una crisis ambiental, sino de una violación sistemática a los derechos humanos”, dice Orellana en declaraciones recogidas por India Today.
Oro que contaminaEl mercurio es usado de forma rudimentaria para separar el oro de otros minerales. En las minas ilegales de la región, sin control estatal ni normas ambientales, este metal pesado se vierte directamente a los ríos.
Las comunidades pescan en esas aguas. Cocinan con ellas. Beben de ellas. Lo hacen, en muchos casos, sin saber que cada sorbo, cada bocado de pescado, puede estar envenenado.
Un estudio reciente indica que al menos un tercio de la población de la cuenca del Atrato está expuesta a niveles de mercurio superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
La promesa incumplida del EstadoEn 2016, la Corte Constitucional de Colombia marcó un hito global al declarar al río Atrato como un
“sujeto de derechos”, obligando al Estado a protegerlo y restaurarlo. Fue una decisión histórica celebrada en todo el mundo como un avance en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza.
Pero, nueve años después, poco o nada ha cambiado.“La sentencia es letra muerta”, dice Estela Mosquera, líder comunitaria de Bojayá.
“El mercurio sigue corriendo por nuestras venas, y nadie hace nada”.
La ONU coincide:
en su carta afirma que la implementación del fallo ha sido deficiente, sin mecanismos de control eficaces ni voluntad política real.Ecosistemas rotos, cuerpos enfermosEl mercurio no solo envenena personas. También destruye ecosistemas enteros: peces contaminados, aves que desaparecen, suelos infértiles. La biodiversidad del Chocó —una de las más ricas del planeta— se empobrece silenciosamente.
Algunos médicos de la zona reportan un aumento de casos de niños con malformaciones congénitas, pérdida de memoria en adultos jóvenes, y enfermedades degenerativas en edades tempranas. Pero los hospitales no tienen laboratorios para medir el mercurio en sangre, ni medicamentos para tratar a los intoxicados.
“Estamos viendo una emergencia de salud pública sin herramientas para diagnosticarla ni enfrentarla”, admite un médico del hospital de Quibdó, que pidió permanecer en el anonimato.
Crimen, corrupción y miedoLa minería ilegal está controlada, en gran parte, por redes de crimen organizado que también trafican con mercurio —prohibido por la ley— y ejercen control armado sobre el territorio.
Las comunidades viven con miedo. Los líderes sociales que denuncian la situación reciben amenazas o son asesinados. La policía, cuando llega, lo hace tarde y mal equipada. Según la ONU, el Estado colombiano no ha logrado imponer autoridad ni proteger a sus ciudadanos en esta zona estratégica.
Lo que pide la ONUEn su comunicación, los relatores hicieron un llamado urgente al Gobierno colombiano para que:
- Detenga la minería ilegal en la cuenca del Atrato.
- Remedie la contaminación existente, con limpieza ambiental real.
- Brinde atención médica especializada a las comunidades afectadas.
- Fortalezca la presencia institucional en la región, combatiendo la corrupción y el abandono estatal.
- Cumpla con el Convenio de Minamata, que busca erradicar el uso nocivo del mercurio en el planeta.
Hasta el momento de publicación de este reportaje, el gobierno no ha emitido una respuesta oficial.
¿Un punto de no retorno?La situación del río Atrato es un microcosmos de una crisis más amplia que afecta a toda América Latina: la explotación de recursos sin control, el abandono de los pueblos originarios y la falta de acciones frente al cambio climático.
Cada día que pasa sin intervención significa más personas envenenadas, más especies perdidas, más vida destruida.
El oro que sale del Atrato brilla en joyerías de todo el mundo. Pero aquí, en el corazón del Chocó, ese oro cuesta demasiado. Cuesta salud. Cuesta sangre. Cuesta futuro.