Tres hombres comparecerán ante la justicia el próximo año por el presunto robo de cubertería y valiosa vajilla del
Palacio del Elíseo, la residencia oficial del presidente de Francia, según informó la fiscalía de París.
La desaparición de los objetos, valorados entre 15.000 y 40.000 euros (entre 17.500 y 46.800 dólares), fue detectada por el jefe de mayordomos del Elíseo. Entre las piezas robadas se encontraban porcelanas de Sèvres, copas de champán Baccarat, cacerolas de cobre y una estatuilla de René Lalique, todas utilizadas en cenas de Estado y actos oficiales.
La investigación llevó a uno de los camareros de plata del palacio, identificado como Thomas M., después de que se detectaran irregularidades en los registros de inventario que sugerían posibles robos futuros, según informó
Reuters.
Los fiscales señalaron que cerca de 100 objetos fueron recuperados de su taquilla personal, su vehículo y su domicilio. Algunas de las piezas habían sido identificadas por la Manufactura de Sèvres en plataformas de subastas en línea.
Thomas M. y su pareja, Damien G., fueron detenidos el martes bajo sospecha de robo, mientras que un tercer hombre, Ghislain M., fue arrestado por presunta receptación de objetos robados. Las autoridades indicaron que Ghislain M., guardia del
Museo del Louvre, podría haber actuado por una “pasión” por los objetos antiguos y raros, según declaró su abogado.
Los investigadores también hallaron artículos robados en la cuenta de Vinted de Thomas M., entre ellos un plato con el sello “Fuerza Aérea Francesa” y ceniceros de Sèvres que no están disponibles para el público general. Todos los objetos recuperados han sido devueltos al Palacio del Elíseo, de acuerdo con
CNN.
Los tres sospechosos comparecieron ante el tribunal el jueves, acusados de robar conjuntamente bienes muebles considerados parte del patrimonio nacional, un delito que puede conllevar hasta 10 años de prisión y una multa de 150.000 euros, además de cargos por receptación agravada. El juicio ha sido fijado para el 26 de febrero. Mientras tanto, los acusados quedaron bajo supervisión judicial, con prohibición de contactarse entre sí, de asistir a subastas y con restricciones para ejercer actividades profesionales.
El caso ha reavivado el debate sobre la seguridad de los bienes culturales e históricos de Francia. En octubre, el Museo del Louvre —donde trabaja uno de los acusados— sufrió un robo de alto perfil de piezas de las joyas de la Corona francesa, lo que generó preocupación sobre las medidas de protección en los principales monumentos nacionales.