Durante una reciente publicación en su red Truth Social, el expresidente Donald Trump volvió a generar titulares al referirse a Pete Hegseth —uno de sus aliados más cercanos y actual secretario de Defensa bajo su administración— como “secretario de guerra”.
Aunque la expresión podría parecer un simple desliz, el término “secretario de guerra” tiene un peso histórico considerable. Este título se utilizaba oficialmente en Estados Unidos hasta 1947, cuando fue reemplazado por “secretario de Defensa” como parte de una reestructuración del Departamento de Guerra tras la Segunda Guerra Mundial.
En su mensaje, Trump elogió una aparición de Hegseth en Fox News, donde discutió temas de seguridad nacional, armamento avanzado y estrategias militares junto al analista Brett Velicovich. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue el uso del título anticuado: “Nuestro gran Secretario de Guerra, Pete Hegseth”, escribió el expresidente.
La publicación rápidamente se volvió viral, generando tanto confusión como críticas. Algunos interpretaron el término como un guiño a una visión más agresiva de la política de defensa; otros lo vieron como un error que vuelve a poner en duda el estado mental de Trump. En las redes sociales, varios comentaristas no tardaron en sugerir que “había perdido la cabeza”, mientras que sus seguidores defendieron el uso del término como una referencia simbólica a la fuerza y determinación militar.
Más allá del debate semántico, este episodio refleja cómo el lenguaje —especialmente viniendo de figuras de alto perfil como Trump— puede tener implicaciones significativas en el discurso político y en la percepción pública sobre el papel de la fuerza militar en la sociedad estadounidense.
Con las elecciones en el horizonte y un clima político polarizado, cada palabra cuenta. Y en este caso, una sola palabra ha abierto una nueva conversación sobre historia, poder y liderazgo.