No todos los días uno de los hombres más influyentes del mundo tecnológico se sienta frente a una pantalla para atender preguntas de usuarios comunes. Pero eso es justamente lo que hizo Bill Gates: trabajó un turno completo en el área de atención al cliente de la startup de su hija, Phoebe.
Y lo hizo con una sonrisa.
“Cuando tu hija te pide que trabajes en atención al cliente de su startup, solo hay una respuesta correcta: decir que sí”, escribió Gates en su cuenta de LinkedIn.
Una lección que va más allá de lo familiarPhoebe Gates, cofundadora de Phia, una joven startup de moda impulsada por inteligencia artificial, convenció a su padre de ponerse en el lugar del usuario, literalmente. Phia busca ofrecer opciones de ropa sostenible y de segunda mano mediante tecnología que compara precios y preferencias en línea.
Lejos de limitarse a ofrecer consejos o contactos, Bill Gates decidió involucrarse de lleno y vivir en primera persona la experiencia del cliente. Se sentó frente al computador, respondió dudas reales, y observó cómo funciona (o falla) el sistema cuando se enfrenta a necesidades concretas.
Liderar desde abajoEn una época donde el liderazgo suele asociarse con decisiones desde las alturas, este gesto de Gates resalta algo esencial: liderar también es saber escuchar y estar dispuesto a empezar desde lo más básico.
Trabajar directamente con el equipo de atención no solo le dio información valiosa sobre la experiencia del usuario, sino que también reforzó una idea clave: si realmente quieres mejorar algo, primero debes entender dónde se rompe.
“Entrar al mundo de las startups otra vez, aunque sea por un día, me recordó lo mucho que se aprende cuando estás cerca del cliente”, comentó Gates.
Más que apoyo: ejemploPara su hija, el gesto no solo fue un respaldo emocional, sino una demostración real de cómo se construyen proyectos sólidos: desde el compromiso, la humildad y el contacto directo con quienes usan tu producto.
Y para quienes sueñan con emprender, liderar o simplemente apoyar a alguien que está comenzando, esta historia deja una enseñanza simple pero poderosa: ayudar no siempre significa dirigir —a veces, significa sentarse al lado y escuchar.