Donald Trump es conocido por muchas cosas: ser magnate inmobiliario, presidente de EE. UU. en dos ocasiones, el único presidente en ser sometido a dos juicios políticos, provocador mediático… pero la alimentación saludable no está entre ellas. A lo largo de campañas, entrevistas y vistazos a su vida privada, hay algo que se mantiene constante: Trump tiene un profundo amor por la comida rápida, los dulces cargados de azúcar y cualquier cosa con abundante kétchup. Mientras algunos presidentes optan por batidos de kale y rutinas en la bicicleta Pelotón, Trump abraza las hamburguesas, los filetes y hasta 12 latas de Diet Coke al día.
Rey de la comida rápida La relación de Trump con la comida rápida es legendaria. Según sus exasesores de campaña Corey Lewandowski y David Bossie, el avión “Trump Force One” estaba abastecido con lo que ellos llamaban en broma los “cuatro grupos alimenticios principales”: McDonald’s, Kentucky Fried Chicken, pizza y Diet Coke (Washington Post, 2017). Se le ha fotografiado en múltiples ocasiones comiendo pollo frito de KFC en su jet privado o desenvolviendo una Big Mac con entusiasmo infantil.
En una entrevista con Anderson Cooper de CNN en 2016, Trump declaró su amor por McDonald's: “El Quarter Pounder. Es excelente.” Ese mismo año, publicó una foto suya con un taco bowl del Trump Tower Grill con el pie de foto: “¡Amo a los hispanos! ¡Feliz #CincoDeMayo!”
Su filete característico y “nada de porquerías” Cuando no come comida rápida, Trump prefiere un filete bien cocido —y no solo un poco. Según su mayordomo de toda la vida en Mar-a-Lago, Tony Senecal, quien habló con The Palm Beach Post en 2016, a Trump le gustaba su carne “muy cocida” y acompañada de kétchup. “Le gustaba la carne bien hecha y decía: ‘Sin porquerías’, refiriéndose a guarniciones o verduras”, relató Senecal.
También se sabe que le gustan platos como cóctel de cangrejo, la receta de pastel de carne de su madre, y carne picada con puré de papas y salsa, según informó el Palm Beach Daily News en 2017.
Diet Coke por docenas El consumo de Diet Coke de Trump es un caso aparte. The New York Times informó en 2017 que Trump llegaba a beber hasta 12 latas al día, y que incluso tenía un botón especial en su escritorio de la Casa Blanca para pedir una lata fresca. Exmiembros del personal y periodistas como Donnelly han confirmado este hábito en varias publicaciones.
Un gusto insaciable por lo dulce El helado es un tema recurrente en la dieta de Trump. Según TIME Magazine y The New York Times, Trump solía recibir dos bolas de helado de vainilla en las cenas formales —mientras todos los demás recibían solo una. Sus postres favoritos no terminan ahí: desde malteadas de chocolate hasta galletas, pasteles, Oreos y Vienna Fingers, sus indulgencias están ampliamente documentadas.
En un acto de prensa de 2025 dirigido a niños, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reveló que Trump tiene especial predilección por los Starbursts rosas y los Tootsie Rolls.
¿Verduras? Mejor no La aversión de Trump a las verduras es casi tan famosa como su amor por la comida rápida. Según el Washington Post, hubo intentos de ocultar coliflor en su puré de papas para mejorar su dieta. Aunque ocasionalmente come ensaladas —como la “Mr. Trump’s Wedge Salad” en Mar-a-Lago—, suelen estar empapadas en aderezo Thousand Island.
¿Desayuno? Solo a veces Trump ha admitido que muchas veces se salta el desayuno, pero cuando lo toma, prefiere tocino y huevos. “Me encanta el tocino con huevos. Normalmente como eso… pero muchas veces no desayuno”, dijo a People Magazine en 2015. Durante la campaña electoral, confesó que suele depender más de los snacks debido a su apretada agenda.
Una dieta que forma parte de su marca personal En 2024, Trump incluso protagonizó un acto publicitario trabajando en la ventanilla de autoservicio de un McDonald's en Pensilvania, repartiendo McNuggets y hamburguesas con queso. Afirmó que le encantaba todo el menú —un momento que resume perfectamente su conexión profunda, casi simbólica, con la cultura de la comida rápida.