Horas después de que Israel retirara sus tropas de la Ciudad de Gaza en la etapa inicial de un alto el fuego mediado por Estados Unidos, decenas de miles de palestinos regresaron a pie para revisar los edificios bombardeados, bajo la supervisión de operativos de seguridad de Hamás.
El Ministerio del Interior de Hamás declaró el viernes que su fuerza policial se desplegaría por todo el territorio. Para el sábado, hombres enmascarados con gorras que llevaban la etiqueta
“Seguridad Interna” y armados con fusiles Kalashnikov inspeccionaban maleteros de automóviles y reafirmaban su autoridad, según testigos e imágenes publicadas en redes sociales y grabadas por Al Jazeera.
Era una señal temprana de que el objetivo de Israel de eliminar al grupo islamista del poder —y el propósito del presidente estadounidense Donald Trump de lograr una paz duradera— no será sencillo. Tampoco lo será la tarea de reconstrucción.
“Todos los que conozco han perdido su casa”, dijo Mahmoud Faraj, quien abandonó la Ciudad de Gaza con su familia el mes pasado cuando las tropas israelíes tomaron el control. En una conversación telefónica comentó: “Mi familia permanece en el sur de Gaza, en su lugar de desplazamiento, porque no hay hogar al cual regresar”.
La magnitud de la destrucción en la Ciudad de Gaza puede ser ligeramente menor que en la parte sur del enclave costero, pero sigue siendo enorme. La mayoría de los edificios de gran altura han sido reducidos a escombros —Israel afirma que albergaban infraestructura de inteligencia de Hamás— y algunas calles son irreconocibles.
Hamás ha accedido a liberar a
20 rehenes con vida y entregar los
restos de otros 28 antes del lunes, día en que Trump llegará a Jerusalén para dirigirse al Parlamento, antes de viajar a Egipto para una ceremonia de firma.
(Fuente: Bloomberg)