Por primera vez, un equipo de investigadores ha utilizado tejido cerebral humano vivo para observar cómo se desarrolla la demencia en las células cerebrales.
“Los expertos afirman que esta nueva forma de estudiar la enfermedad podría facilitar las pruebas de nuevos medicamentos y aumentar las posibilidades de encontrar tratamientos eficaces”, informó
The Guardian, citando un estudio de investigadores de la Universidad de Edimburgo. “En el estudio, científicos y neurocirujanos de Edimburgo se unieron para mostrar por primera vez cómo una forma tóxica de una proteína vinculada al Alzheimer, la beta amiloide, puede adherirse y destruir conexiones vitales entre las células cerebrales”.
La beta amiloide es una proteína pegajosa que desempeña un papel importante en la demencia, especialmente en el Alzheimer. En un cerebro sano, esta proteína se elimina regularmente. Pero a veces, comienza a acumularse formando placas o cúmulos entre las neuronas, como una especie de suciedad no deseada. Estas acumulaciones interfieren con la comunicación entre las células cerebrales y pueden desencadenar inflamación, agravando el daño con el tiempo. Esta acumulación es uno de los primeros signos que los médicos buscan al diagnosticar el Alzheimer.
Para el estudio, los investigadores recogieron pequeños fragmentos de tejido cerebral sano de pacientes con cáncer ingresados en el Royal Infirmary de Edimburgo. Estos tejidos fueron colocados en frascos de vidrio llenos de líquido cefalorraquídeo artificial oxigenado y trasladados al laboratorio para su análisis. “Allí, las muestras fueron cortadas en finas secciones, de menos de un tercio de milímetro de grosor, y colocadas en pequeños recipientes. Cada fragmento de tejido cerebral vivo se conservó en un líquido rico en nutrientes, dentro de una incubadora a 37 °C para imitar la temperatura corporal”, señala el informe.
El equipo descubrió que, al exponerse a la proteína tóxica, el cerebro no intentaba reparar el daño. “Incluso pequeños cambios en los niveles naturales de beta amiloide —ya sea un aumento o una disminución— fueron suficientes para alterar las células cerebrales. Esto sugiere que el cerebro necesita un equilibrio muy preciso de esta proteína para funcionar correctamente”, explicó la Dra. Claire Durrant, investigadora de Race Against Dementia y líder emergente del Instituto de Investigación sobre la Demencia del Reino Unido en el Centro de Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo.
¿Esperanza de cura para la demencia? “El uso de muestras vivas de tejido cerebral humano, generosamente donadas por personas sometidas a cirugía para extirpar tumores cerebrales, permite a los científicos examinar cómo reacciona el cerebro humano vivo a las proteínas tóxicas producidas en el Alzheimer y, en el futuro, permitirá probar si los nuevos tratamientos son eficaces en el cerebro humano”, declaró la profesora Tara Spires-Jones, líder del grupo del Instituto de Investigación sobre la Demencia del Reino Unido.
Este avance permitirá a los científicos centrarse en identificar los fármacos más prometedores para prevenir la pérdida de sinapsis —conexiones críticas que permiten la comunicación entre las neuronas y que son esenciales para el funcionamiento saludable del cerebro—. El Alzheimer ataca estas sinapsis, y su deterioro es un fuerte predictor de pérdida de memoria y de capacidades cognitivas.
La demencia en EE. UU. La demencia se está convirtiendo en un gran desafío de salud pública en Estados Unidos, especialmente con el envejecimiento de la población. Actualmente, más de 6 millones de estadounidenses viven con la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, y se espera que esta cifra se duplique en las próximas décadas. No se trata solo de olvidar nombres o dónde se dejan las llaves; la demencia afecta lentamente el pensamiento, el razonamiento, la memoria e incluso las funciones cotidianas más básicas. Puede impactar profundamente a las familias, tanto emocional como financieramente, a medida que aumentan las necesidades de cuidado.
Lo preocupante es que muchas personas aún confunden la demencia con un envejecimiento normal, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento. Los científicos están explorando desde cambios en el estilo de vida hasta medicamentos experimentales que atacan proteínas dañinas como la beta amiloide y la tau.
¿El objetivo? Ayudar a las personas con demencia a vivir con dignidad e independencia el mayor tiempo posible. Es un camino difícil, pero con conciencia, compasión y ciencia, hay esperanza en el horizonte.