Nuestros espacios reflejan nuestro mundo interior más de lo que imaginamos. Un rincón lleno de trastos, un pasillo mal iluminado o incluso la posición de la cama pueden influir silenciosamente en nuestro estado mental y emocional.
Según el Feng Shui, la energía llamada “chi” debe fluir libremente por el hogar. Cuando se bloquea o estanca, no solo afecta la estética de la casa, sino también nuestro mundo emocional.
Los rincones que cargan tensión
Los rincones demasiado llenos o completamente olvidados se convierten en zonas muertas emocionales. No solo acumulan polvo, sino también pesadez mental. En Feng Shui, los rincones representan energía sin aprovechar. Si se descuidan, contribuyen a sentirnos abrumados y ansiosos.
Las zonas mal iluminadas apagan el espíritu
Las zonas poco iluminadas, especialmente en el noreste, alimentan energías pesadas y generan inquietud. En Feng Shui, el noreste se asocia con la claridad y necesita luz. Coloca lámparas suaves o guirnaldas de luces para iluminar estos espacios. También puedes usar espejos para reflejar la luz y así mejorar el ambiente y disipar sombras que agobian la mente.
Entradas poco acogedoras
La entrada principal de la casa tiene más importancia de la que creemos. Una entrada descuidada acaba siendo una causa silenciosa de estrés. Si la puerta chirría, el felpudo está gastado o el espacio es muy estrecho, esto refleja dudas a la hora de recibir tanto a personas como a oportunidades.
Dormitorios y desvelo
El dormitorio debe ser un lugar que recargue tu energía, no que la agote. Una cama frente a un espejo, objetos guardados bajo la cama o muebles con esquinas pronunciadas alrededor del área de descanso pueden provocar inquietud. En Feng Shui, estos pequeños detalles son factores de estrés que dificultan que la mente se relaje.
Siguiendo estos principios del Feng Shui, puedes transformar tu hogar en un espacio donde tu sistema nervioso se sienta seguro y en calma.
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