Te voy a contar algo que, aunque parezca una pavada, para mí tiene un poder enorme. El alcanfor. Sí, ese que tiene un olor fuerte y medio mentolado, que seguro viste o sentiste alguna vez. En casa de mi abuela, por ejemplo, no faltaba nunca. Cada tanto prendía un pedacito en un platito, y dejaba que el humo se esparciera por toda la casa.
Yo era chica, no entendía nada, pero sí sentía que algo cambiaba. El ambiente se volvía más liviano, más tranquilo. Y ahora que soy más grande, y con tantos años metida en astrología y energías, te puedo decir que no era casualidad.
Cuando el aire está cargado y no sabés por qué
¿Viste cuando entrás a un lugar y te da esa sensación rara, como si algo estuviera mal aunque no se vea? O cuando vos mismo te levantás bajón, cruzado, como si estuvieras llevando una mochila invisible. Bueno, ahí es donde el alcanfor hace su magia.
Prendés un poco, dejás que saque ese humo blanco, y lo vas pasando por donde estás vos o por los rincones de tu casa. Es como barrer lo invisible, como ventilar pero desde adentro. No sabés lo bien que se siente después. Todo se acomoda un poco, se afloja.
Y los planetas… también tienen que ver
Desde lo astrológico, el alcanfor ayuda mucho cuando hay tensiones en el cielo. Por ejemplo, cuando Mercurio está retrógrado (¡ay, las comunicaciones!), o cuando Marte y Saturno se cruzan mal y te sentís más irritable, trabado, agotado.
Quemarlo en esos días te ayuda a soltar esa energía densa que se pega sin que te des cuenta. Es como resetear el ambiente. Yo lo uso especialmente en lunas llenas o nuevas, porque son momentos donde todo se mueve mucho por dentro, y viene bien un poco de limpieza energética.
¿Cómo lo hago yo?
No tiene mucha ciencia. Raspás un poco de alcanfor (o usás una bolita si conseguís), lo ponés en una cucharita de metal o en un platito, le das fuego… y listo. Enseguida empieza a salir ese humo, y lo podés pasar por tu cuerpo o por la casa. Siempre con intención: que se vaya lo que no necesito, que venga lo bueno.
Hay días más pesados en los que lo hago dos o tres veces. Y hay días tranquilos en los que alcanza con una sola vez. Lo vas sintiendo.
También para cuidar tu casa
En muchas culturas —y también en el Vastu, que es como el feng shui hindú— se dice que el alcanfor armoniza la energía del hogar. Y mirá, no sé si hace milagros, pero sí te puedo decir que el aire cambia. Se siente más fresco, más limpio.
Yo tengo un rincón especial donde dejo un platito con bolitas de alcanfor. No siempre las prendo. A veces las dejo ahí y listo, como un gesto simbólico de protección y equilibrio.
Probalo, sin vueltas
No importa si creés o no en todo esto. Probá un día. Prendé un poco de alcanfor, dejá que el aroma te rodee, respirá profundo. Es un momento tuyo, para frenar, soltar y volver a vos.
A veces lo más simple es lo que más ayuda. Y este ritualcito, que muchos tienen olvidado, puede ser justo lo que necesitás para bajar un cambio, limpiar la cabeza y volver a empezar.
El fin del Artículo