“Parece un grito de guerra”, dijo Altman en un podcast reciente con su hermano Jack. Y aunque no lo dijo con rabia, sí con firmeza. Su mensaje fue claro: OpenAI no va a competir en una subasta de salarios. “Ninguno de nuestros mejores investigadores se fue”, añadió, con algo de orgullo, pero también con gratitud.
Para Altman, el dinero no puede reemplazar la razón por la que muchos trabajan en inteligencia artificial: el deseo genuino de crear tecnología útil, segura y accesible. Y eso, asegura, no se compra.
¿Qué significa “perder talento” en IA?
La preocupación no es solo por perder gente. Es por lo que eso representa. En un mensaje interno filtrado, Mark Chen, jefe de investigación en OpenAI, comparó los intentos de Meta con un robo: “Es como si alguien entrara a tu casa a llevarse algo que valoras profundamente”, escribió.
La respuesta de OpenAI no fue escalar el conflicto, sino escuchar a su gente. Evaluaron mejoras en compensaciones, sí, pero también reforzaron su propósito colectivo: construir algo que valga la pena. Y hacerlo bien.
¿Qué está realmente en juego?
En el fondo, este enfrentamiento no es solo sobre quién ofrece más dinero. Es sobre qué tipo de empresa se quiere ser. ¿Una que premia solo con cifras… o una que construye comunidad y visión compartida?
Altman cree que, en el largo plazo, la cultura vence al capital. Que la misión —si es auténtica— atrae y mantiene a las personas correctas. Y que los verdaderos líderes no compran lealtades: las inspiran.
Más allá del dinero: Sam Altman defiende la misión de OpenAI frente a la ofensiva de Meta
Meta quiso tentar al equipo de OpenAI con ofertas millonarias. Sam Altman no se quedó callado: defendió la misión, la cultura y la razón por la que su equipo sigue creyendo. No se trata de una guerra de dinero, sino de valores. Y en una industria que moldea el futuro, eso importa más de lo que parece.
El fin del Artículo