Mientras los niveles de agua descienden peligrosamente en el norte de Iraq, el pasado —literalmente— está saliendo a la superficie. Lo que comenzó como una señal alarmante del cambio climático terminó por convertirse en un hallazgo arqueológico de primer nivel: más de 40 tumbas antiguas fueron descubiertas en las riberas expuestas del embalse de la presa de Mosul, en la provincia de Duhok.
Este fenómeno, aunque no es nuevo en la región, ha tomado una dimensión inédita este año. La sequía en Iraq ha alcanzado niveles históricos, reduciendo el caudal de los ríos y dejando al descubierto terrenos que estuvieron sumergidos durante décadas. Bajo el lodo reseco, se encontraron estas tumbas que, según los expertos, podrían tener más de 2.300 años.
Tumbas que hablan del mundo helenístico
Las tumbas datan de la época helenística o seléucida, un período que siguió a las conquistas de Alejandro Magno. Para los arqueólogos, se trata de una rara oportunidad de explorar un periodo poco documentado en la historia de Mesopotamia, especialmente en la región kurda del norte.
“Creemos que muchas de estas tumbas pertenecen a una comunidad organizada, posiblemente asentamientos que estaban conectados con rutas comerciales de la antigüedad”, explicó Bekas Brefkany, director de antigüedades en Duhok.
Lo más llamativo es que muchas de las tumbas se encuentran en excelente estado, con sarcófagos tallados en piedra, cámaras funerarias y ofrendas aún intactas.
El cambio climático como arqueólogo involuntario
Este hallazgo, sin embargo, no se produjo por casualidad, ni gracias a una excavación planificada. Fue la sequía —una de las peores registradas en Iraq— la que lo hizo posible. El embalse de Mosul, vital para el suministro de agua y energía de millones de personas, ha visto cómo su nivel bajó al punto más bajo desde su construcción.
Ese descenso dejó al descubierto no solo restos antiguos, sino también un conflicto moderno: cómo proteger el patrimonio cultural mientras el cambio climático altera irremediablemente el paisaje.
“Tenemos una ventana muy pequeña”, dijo Brefkany. “En cuanto el nivel del agua suba de nuevo, estas tumbas desaparecerán bajo el agua”. Por eso, el equipo trabaja a contrarreloj para documentar y trasladar los hallazgos más importantes al Museo de Duhok antes de que se pierdan otra vez, esta vez quizás para siempre.
Historia, urgencia y legado
Este tipo de descubrimientos no son nuevos en Iraq. En 2022, un palacio de la Edad del Bronce también emergió brevemente del embalse, generando titulares internacionales. Pero a diferencia de ese caso, ahora las autoridades locales han tomado la iniciativa con rapidez para proteger los hallazgos. “No podemos darnos el lujo de dejar pasar este momento”, afirmó un miembro del equipo.
Mientras tanto, la imagen de las tumbas emergiendo del barro seco se ha convertido en un símbolo poderoso: el pasado enterrado por el agua y revelado, una vez más, por una crisis que nadie pidió.
Una lección desde el fondo del embalse
La sequía en Iraq es una tragedia para millones de personas. Pero también ha servido como un recordatorio de cuán frágil es la línea entre el presente y el pasado. En este rincón del mundo donde nació la civilización, el cambio climático no solo amenaza el futuro: también está reescribiendo el acceso al pasado.
El fin del Artículo