El artista peruano Jade Rivera afirma que Perú y América Latina son dos latidos constantes en su trabajo, una idea que resume la esencia de su propuesta artística y su vínculo profundo con la identidad cultural de la región. Con una trayectoria que abarca el arte urbano, el muralismo y la pintura en estudio, Rivera se ha consolidado como una de las voces más representativas del arte contemporáneo peruano.
En entrevistas recientes, el artista ha destacado que su obra nace de la observación de la vida cotidiana, de las calles, los rostros y las historias que conforman la experiencia latinoamericana. Sus personajes, frecuentemente retratados con miradas intensas y gestos reflexivos, buscan transmitir emociones universales como la esperanza, la memoria y la resiliencia, conectando lo personal con lo colectivo.
Rivera inició su camino en el arte desde muy joven, explorando el graffiti como una forma de expresión libre y directa. Con el tiempo, su estilo evolucionó hacia murales de gran formato y obras más íntimas, sin perder el espíritu urbano que caracteriza su trabajo. Esta transición le permitió ampliar su lenguaje visual y llevar sus mensajes a públicos diversos, tanto en espacios públicos como en galerías.
El artista considera que el arte tiene un rol fundamental en la construcción de identidad y diálogo social. Para él, los murales no solo embellecen los espacios urbanos, sino que también cuentan historias, recuperan memorias y generan reflexión en la comunidad. En ese sentido, su obra funciona como un puente entre el pasado y el presente de América Latina.
A lo largo de su carrera, Jade Rivera ha participado en proyectos artísticos dentro y fuera del Perú, llevando consigo una narrativa profundamente arraigada en su origen cultural. Su trabajo demuestra cómo el arte puede convertirse en una herramienta poderosa para expresar pertenencia y orgullo, haciendo visible la riqueza cultural latinoamericana en cada trazo.
Con una visión que integra tradición y contemporaneidad, Jade Rivera continúa creando obras donde Perú y América Latina laten con fuerza, recordando que el arte también es una forma de identidad, memoria y resistencia cultural.
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