En las montañas de la provincia de Jaén, en Andalucía, un fotógrafo de naturaleza ha captado imágenes de lo que expertos consideran el primer ejemplar blanco de lince ibérico (Lynx pardinus) jamás visto en estado salvaje. El descubrimiento, confirmado por varios medios internacionales y autoridades medioambientales, marca un hecho sin precedentes en la recuperación de esta emblemática especie.
El hallazgo
El fotógrafo español Ángel Hidalgo instaló una cámara trampa en una zona montañosa del sur de España. El 22 de octubre de 2025, la cámara registró a un lince con un pelaje inusualmente claro. Días después, Hidalgo logró observarlo personalmente y obtener nuevas imágenes que rápidamente se viralizaron en redes sociales y medios especializados.
Las imágenes muestran un lince con pelaje blanco cremoso y ojos de color ámbar, una combinación que llamó la atención de los científicos. El animal presenta los característicos penachos en las orejas y la cola corta del lince ibérico, pero sin el patrón de manchas oscuras habitual.
Una mutación natural: leucismo, no albinismo
Biólogos del programa de conservación del lince ibérico explicaron que el fenómeno se debe a leucismo, una alteración genética que causa pérdida parcial de pigmentación en la piel y el pelaje, pero sin afectar el color de los ojos.
Esto lo diferencia del albinismo, que elimina completamente la melanina y suele provocar ojos rosados o rojizos.
“Este caso es excepcional. Nunca antes se había documentado un ejemplar leucístico de Lynx pardinus”, señaló un portavoz del Ministerio para la Transición Ecológica de España. “Nos indica que la población ha alcanzado suficiente diversidad genética como para que aparezcan rasgos raros y naturales como este”.
Un símbolo de recuperación
El lince ibérico, que a comienzos de los años 2000 estaba al borde de la extinción con menos de 100 ejemplares en libertad, ha protagonizado uno de los mayores éxitos de conservación del planeta.
Gracias a programas conjuntos entre España y Portugal, su población supera hoy los 2.000 individuos, permitiendo que la especie fuera reclasificada en 2024 de “en peligro” a “vulnerable” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Un futuro esperanzador pero frágil
Aunque el hallazgo genera entusiasmo, los expertos advierten que el pelaje blanco podría ser una desventaja para el animal, al hacerlo más visible para depredadores o cazadores furtivos. Por ello, la ubicación exacta del avistamiento se mantiene en secreto para protegerlo.
Los científicos también esperan poder monitorear al ejemplar para estudiar su comportamiento, su adaptación al entorno y si podría transmitir este rasgo genético a futuras generaciones.
Un recordatorio del valor de la biodiversidad
El lince blanco de Jaén se ha convertido en un símbolo de esperanza y en un recordatorio del impacto positivo de la conservación. “Hace dos décadas hablábamos de su desaparición. Hoy celebramos la aparición de un individuo tan singular que demuestra la resiliencia de la naturaleza”, afirmó Hidalgo en declaraciones a la prensa.
El fin del Artículo