El término sugiere libremente un colapso, o fracaso de las facultades mentales de uno, o deterioro cognitivo, que puede conducir a la demencia.
La demencia es una enfermedad común e incapacitante que afecta al cerebro. El número de personas con demencia está creciendo en todo el mundo y se espera que se triplique para 2050. Actualmente hay más de 55 millones de personas con demencia en todo el mundo, y casi 10 millones de nuevos casos de demencia se desarrollan cada año.
Ahora, una dieta adecuada y saludable puede afectar el riesgo de demencia y potencialmente ralentizar su progresión.
Los estudios sugieren que una dieta saludable, particularmente la dieta mediterránea y la dieta MIND, puede estar asociada con un menor riesgo de demencia. Por el contrario, las dietas altas en grasas saturadas y trans y azúcar excesiva pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
Entre todos esos alimentos, se supone que uno debe limitar a reducir los riesgos de demencia, según el Dr. Ramón Velázquez, consultor de neurociencia y asesor de investigación de Mind Lab Pro, un pionero en salud cerebral que ofrece el primer nootrópico universal del mundo diseñado para aumentar el rendimiento mental, estos cinco son extremadamente importantes.
Según Velázquez, cada comida es una oportunidad para proteger o dañar nuestras conexiones neuronales, como le dijo al NY Post: "El cerebro es increíblemente resistente, pero también es vulnerable al constante aluvión de alimentos inflamatorios en la típica dieta occidental. Y a diferencia de otros órganos, el cerebro tiene una capacidad limitada para repararse a sí mismo una vez que ocurre el daño".
Velázquez enfatizó que debemos preocuparnos por la salud cerebral a todas las edades, y editar nuestros platos de cena en consecuencia, diciendo: "El daño de las malas elecciones dietéticas se acumula silenciosamente durante décadas.
Los alimentos que comes a los 30 y 40 años preparan el escenario para cómo funcionará tu cerebro a los 60, 70 y más allá. Si tiene antecedentes familiares de demencia o Alzheimer, las malas elecciones dietéticas pueden acelerar la aparición de los síntomas durante años o incluso décadas".
¿Cuáles son los peores alimentos que puedes consumir para la salud cognitiva?
Echa un vistazo.
Alimentos ultraprocesados:
Los alimentos ultraprocesados (UPF) se caracterizan por su alto contenido de azúcar, sal, aditivos, conservantes, ingredientes artificiales y grasas poco saludables.
Estos productos convenientemente empaquetados pueden provocar inflamación en varias partes del cuerpo, incluido el cerebro. La investigación indica que las personas que consumen cantidades significativas de alimentos ultraprocesados experimentan una disminución un 28% más rápida en la función cognitiva global. Esto se atribuye a las respuestas inflamatorias desencadenadas por estos alimentos, que pueden dañar las frágiles conexiones entre las células cerebrales.
Se cree que las UPF constituyen más del 70 % del suministro de alimentos en los Estados Unidos.
Los estudios han relacionado el consumo de estos alimentos con 32 resultados adversos para la salud, como un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer, síndrome metabólico, obesidad, enfermedad del hígado graso no alcohólico, diabetes tipo 2 e incluso mortalidad prematura. Un estudio de 2022 publicado en la revista Neurology encontró que un aumento del 10% en la ingesta diaria de alimentos altamente procesados se correlaciona con un aumento del 25% en el riesgo de demencia.
¿Por qué podemos intercambiar UPF?
Para mitigar estos efectos, los expertos recomiendan reemplazar los UPF con alimentos frescos, enteros o mínimamente procesados.
Alimentos cocinados a fuego alto:
El método de cocción también afecta la calidad de los alimentos; las técnicas de cocción a alta temperatura, como asar a la parrilla, freír o asar, producen productos finales avanzados de glicación (AGE). Los AGE pueden provocar estrés oxidativo e inflamación en el cerebro y se han asociado con la formación de placas amiloides, que están relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
¿Cuál es la salida entonces?
Para minimizar la formación de AGE, es aconsejable utilizar métodos de cocción como el vapor, la escola o el guiso.
Marinar los alimentos en soluciones ácidas como jugo de limón o vinagre antes de cocinarlos puede reducir aún más los AGE.
Pescado con alto contenido de mercurio:
Si bien el pescado es una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, proteínas, vitaminas y minerales, ciertas especies más grandes, incluidos los tiburones, el pez espada, la caballa real y el pez azulejo, pueden contener altos niveles de mercurio, que se acumula en el cuerpo. La FDA indica que los mariscos son una fuente primaria de exposición al mercurio en los Estados Unidos. El mercurio representa riesgos significativos para el tejido neuronal, ya que puede cruzar la barrera hematoencefálica e interrumpir la función celular, lo que podría conducir a un deterioro cognitivo.
¿La solución?
Se recomienda elegir variedades de pescado más pequeñas como el salmón, la trucha y las sardinas, que proporcionan omega-3 beneficiosos sin los altos niveles de mercurio.
Alcohol:
El consumo de alcohol se ha relacionado con efectos perjudiciales en el cerebro. El consumo excesivo de alcohol a largo plazo puede conducir a una reducción del volumen cerebral, afectando particularmente a la corteza prefrontal, que es esencial para la toma de decisiones y el pensamiento racional. Además, el consumo de alcohol está asociado con la obesidad, que sirve como puerta de entrada a varios cánceres y enfermedades neurodegenerativas, incluido el Alzheimer.
Según las autoridades sanitarias, no hay un nivel seguro de consumo de alcohol, y cualquier cantidad puede ser perjudicial para el cerebro. Para aquellos que eligen beber, es recomendable consumir alcohol con alimentos, evitar los mezcladores con sabor artificial e incorporar días sobrios a la semana para permitir que el cerebro se recupere.
Edulcorantes artificiales:
Aunque se comercializan como una alternativa al azúcar más saludable, se ha encontrado que los edulcorantes cero en calorías tienen efectos negativos para la salud.
La investigación sugiere que ciertos edulcorantes artificiales pueden alterar las bacterias intestinales de una manera que puede promover la inflamación, lo que puede afectar la función cognitiva y aumentar el riesgo de trastornos neurodegenerativos. Por ejemplo, el aspartamo, un edulcorante común sin azúcar, se ha asociado con problemas de memoria y aprendizaje, y el uso a largo plazo puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular, enfermedades cardíacas y muerte prematura.
Para evitar estos riesgos, es recomendable reemplazar los edulcorantes artificiales con alternativas naturales como la miel o el jarabe de arce.