Desde entonces, ha evolucionado de una pandemia impredecible a una presencia constante y persistente. Las recientes oleadas nos recuerdan que, si bien la fase de la pandemia podría haber terminado, la COVID-19 se ha convertido en una realidad endémica. Eso significa que está aquí para quedarse, posiblemente durante años, cambiando, mutando y ocasionalmente con puntas. Las variantes emergentes, la inmunidad fluctuante continuarán desafiando a los sistemas de salud pública y a las empresas por igual.
¿La buena noticia? Hemos recorrido un largo camino desde 2020 en términos de preparación y resiliencia.
Las vacunas, la mejora de la inmunidad y el comportamiento consciente de la salud nos han armado con herramientas para mantenernos a la vanguardia. Pero para que estas herramientas funcionen, tenemos que seguir usándolas. No podemos cometer el error de ser complacientes, especialmente en lugares de trabajo donde la salud de los empleados afecta directamente el rendimiento, la productividad y la continuidad.
Las vacunas funcionan, pero el virus sigue circulando
Las vacunas de hoy, especialmente los refuerzos actualizados, siguen siendo efectivos. Reducen drásticamente el riesgo de hospitalización, enfermedad grave y muerte, incluso con variantes más nuevas.
Pero no previenen completamente la posibilidad de infectarse. Eso significa que las pruebas siguen siendo esenciales. Ya sea un mandato de viaje, la aparición de síntomas o la exposición a un caso confirmado, las pruebas oportunas ayudan a prevenir la propagación y permiten un tratamiento temprano.
Mantenerse al día con las dosis de refuerzo es particularmente importante para los grupos de alto riesgo como los ancianos, aquellos con enfermedades crónicas y los trabajadores de primera línea. Y para las organizaciones, fomentar la vacunación es una de las formas más simples e impactantes de reducir las interrupciones en el lugar de trabajo.
Máscaras: Pequeño hábito, gran impacto
No olvidemos que una de las herramientas más simples pero efectivas de la primera pandemia fue la mascarilla. A pesar de la fatiga por la pandemia, las mascarillas continúan ofreciendo una protección confiable, especialmente en espacios concurridos, entornos mal ventilados y durante los brotes. Las personas que se desplazan en transporte público, trabajan en espacios de oficina cerrados o interactúan regularmente con los clientes harían bien en continuar enmascarando cuando sea necesario.
Es un pequeño ajuste con una gran recompensa, particularmente para proteger a aquellos a nuestro alrededor que pueden estar inmunocomprometidos o no vacunados.
Aumento de la COVID larga
Muchas personas que se están recuperando de la COVID-19 están descubriendo que la recuperación no siempre significa "volver a la normalidad". La COVID larga, una condición marcada por síntomas persistentes como fatiga, dificultades cognitivas, dolor en las articulaciones y dificultad para respirar, afecta a millones en todo el mundo. No discrimina por edad o estado de salud y puede persistir incluso después de infecciones leves o asintomáticas.
Los niños también pueden verse afectados, con síntomas como dolores de cabeza, niebla cerebral y problemas gastrointestinales que afectan el rendimiento escolar y el bienestar mental.
Comprender la deuda de inmunidad
Aquí hay otro término con el que necesitamos familiarizarnos: la deuda de inmunidad. Las precauciones pandémicas nos protegieron de muchos gérmenes cotidianos, pero al hacerlo, también dejaron nuestros sistemas inmunológicos subexpuestos y poco entrenados. Ahora, a medida que esas barreras caen, estamos viendo un resurgimiento de las infecciones virales comunes: personas que se enferman con resfriados comunes y gripe con mayor gravedad y que afectan a grupos de edad más amplios.
Este aumento en las enfermedades virales podría traducirse en más días de enfermedad, una mayor carga de atención médica e interrupciones operativas en el trabajo.
De los protocolos de salud a las prácticas de salud
Al inicio de la pandemia, hablábamos de “protocolos de salud”. Ahora es momento de evolucionar esa conversación hacia “prácticas de salud”. Estas deben convertirse en parte de la cultura a largo plazo en nuestras vidas.
Aquí tienes algunas formas de protegerte a ti y a los demás mientras los casos de COVID fluctúan:
Usa mascarilla para mantenerte seguro en lugares concurridos y mal ventilados.
Recibe tu dosis de gripe estacional y mantente al día con las dosis de refuerzo contra el COVID.
Mantén bien ventilados tu hogar y lugar de trabajo: el aire fresco es importante.
Si te sientes mal, evita ir al trabajo o a lugares concurridos. Descansa y recupérate.
Mantente informado a través de fuentes de salud confiables y no retrases las pruebas si aparecen síntomas.
No ignores los síntomas, ya que una atención temprana puede ayudar a manejarlos de manera efectiva.
Mantenerse saludable ya no se trata solo de seguridad personal, es una responsabilidad compartida que ayuda a mantener seguras a las familias, las comunidades y los lugares de trabajo.
La COVID-19 no es cosa del pasado, sigue siendo parte de nuestro presente. Si bien el recuento de la India es manejable, el aumento de las infecciones en toda Asia muestra lo rápido que pueden empeorar las cosas.
Ahora, no esperemos a que una crisis golpee. La preparación de hoy previene el pánico mañana. Mantenerse saludable ya no es solo una elección personal, es una responsabilidad colectiva. Mantengámonos informados, protegidos y listos.
Dr. Vikram Vora, Director Médico, SOS Internacional (Subcontinente Indio)
El fin del Artículo